Reescribe la pedagogía del oprimido, reflexiona sobre ella, sus ideas,
el contexto donde éstas se desarrollaron y tomaron forma, tanto político-social
como personal. Aclarando que no sólo era válido entonces sino que lo sigue
siendo.
Freire pone de manifiesto la necesidad de la utopía y de la esperanza, a
pesar de que el mundo en el que vivimos no se las considera útiles. Defiende
que la educación debe tratar de desocultar la verdad, la educación es política
y se defiende de los ataques recibidos por su politización, poniendo al
descubierto la falsa neutralidad de sus críticos.
Habla de la esperanza como una necesidad ontológica, lo que nos mueve,
lo que nos marca una dirección. Sin embargo, dice que aunque necesaria no es
suficiente para transformar la realidad. La desesperanza nos anula y para
vencerla hay que analizar el por qué de esa desesperanza. Para ello pone un
ejemplo, sobre cómo los días lluviosos estaba más deprimido. Dice que no basta
sólo comprender para transformar, igual que no basta sólo con la esperanza. Es
como cuando un obrero hace un objeto, sabe cómo será, lo tiene en su cabeza,
pero hasta que no lo hace no toma verdadera forma.
A lo largo del texto, va intercalando recuerdos de momentos divididos con
sus reflexiones sobre la educación. Empieza reflexionando sobre cómo empezó a
ser educador, tras dejar su trabajo como abogado y rescatar lo que vivió en su
infancia y adolescencia aquello que ha hecho que piense y sienta de una manera
(la pobreza, los libros leídos, etc.), para reflexionar sobre todo el proceso,
sobre todo lo vivido, que le llevó a la pedagogía del oprimido. Destacando su
paso por el SESI (Servicio Social de la Industria), en su división de Educación
y Cultura, donde trabajó con familias, sobre los castigos a sus hijos, que le
hizo plantearse las consecuencias que podría tener llevándolo al plano
político-social (democracia-libertad o dictadura-autoridad). Se dio cuenta de
que al explicar a los padres, partía de su mundo y no el de ellos, cuando uno
de los padres le dijo que ellos, si castigaban a sus hijos no era porque no les
amasen, poniendo sobre la mesa las condiciones en las que vivía él y las del
educador.
Resalta la importancia de que no se trata de educar AL pueblo, sino de
educarse CON él, idea a la que vuelve a menudo, por su relevancia en la forma
de entender la educación desde una perspectiva libertadora y no bancaria. No se
trata de leerles tu mundo sino de favorecer el que ellos puedan leer el suyo
para transformarlo. Para esta transformación no basta sólo con la educación,
aunque ésta sea necesaria, como la esperanza.
Freire habla sobre la complejidad de la personas, de la cantidad de
cosas que cargamos y a veces nos hacen perder la confianza en nosotros mismos.
Relaciona esto con su exilio, con ese sentimiento de desesperanza. Nos habla
sobre la pérdida de identidad que se sufre en él, de la dificultad de no
dejarte atrapar por el pasado, la necesidad de educar esa nostalgia, de superar
una visión de la realidad ideal (en su ejemplo, de la situación anterior al
exilio) que podría no corresponderse con la realidad real.
Sigue avanzando en sus recuerdos, nos habla de Chile, del momento que
vivía entonces. Señala la diferencia entre tener el gobierno y tener el poder,
lo que hizo caer el gobierno de Allende (…). Lo pone como un ejemplo vivo de la
lucha de clases. Habla de la división de la izquierda. Defiende la unión frente
a la división (diferentes pero no antagónicos). Destaca la importancia que en
ese momento adquiere la Educación Popular, reconocida por el MIR.
Nos habla sobre el poder de la imaginación: soñar otra realidad la hace
posible, aunque sin llegar al idealismo. Hay que tener paciencia, atender a las
condiciones históricas. Estas condiciones harán que se lleguen a acuerdos entre
las clases sociales, sin que esto, según dice, suponga que la lucha de clase
acaba. Aclara que él nunca negó la lucha de clases en la pedagogía del oprimido
(de hecho, se le reconoce casi por lo contrario) pero que la lucha de clases no
es EL motor de la historia, sino uno de ellos.
Se detiene en el poder del lenguaje, cuando éste no está vacío. Dice que
la lectura del mundo precede a la de la palabra, que es otra de sus ideas más
importantes. Como también la necesidad del respeto al contexto, a las
diferencias y el evitar la invasión cultural. Recuerda un momento con un grupo
de campesinos en el que tras un rato en el que ellos estuvieron hablando,
dijeron que ya se callaban, que tenía que hablar él que era el que sabía, ante
esa situación Freire reacciona haciendo una “lista de goles”, poniendo de
manifiesto que él y ellos saben cosas que el otro no sabe, que de callarse
nada. Ante otras situaciones parecida, planteaba que reflexionaran sobre el porqué
de esa situación (porque algunos sí tienen la oportunidad de estudiar y otros
no).
Reflexiona sobre unas críticas que le hicieran por machista, por el
lenguaje que utilizaba en su texto, que reconoce y señala la relación
dialéctica entre lenguaje-mundo-pensamiento.
El método de Freire consiste en un distanciamiento de la realidad, se les
presenta su realidad de manera que pueda ser analizada desde fuera, a través de
una fotografía de una de sus calles, por ejemplo. Entiende la educación como un
psicoanálisis histórico, sociocultural y político. Cuenta como cuesta reconocerse
en esa realidad, nos habla de que en la mente de todo oprimido hay un opresor,
es decir, que se tiene totalmente interesados una serie de concepciones que,
por ejemplo, nos hacen sentir culpables de la situación en la que vivimos. Pone
también un ejemplo, de Brasil, cuando surgió Lula para presidente, había muchos
que no querían votarle porque decían era igual que ellos, preocupándose por lo
que fueran a decir fuera.
Para es escribir pedagogía del oprimido se llevó bastante tiempo
anotando todo aquello que le ocurría, llevando papel siempre encima. Además,
nos cuenta que fue antes un libro hablado que escrito, que estuvo discutiendo
con amigos todas esas ideas antes y que en esa reflexiones fue el libro tomando
forma.
Una de las ideas que destacan del pensamiento de Freire es el partir de
del aquí de los educandos, y no del educador. Pero que partir de ahí no es
quedarse en ese punto, respetar al otro no significa limitar sus posibilidades.
Se trata de no negar su experiencia vivida, de recogerla y a partir de ella
empezar a construir.
Nos habla también de la neutralidad de los textos, la cual cuestiona
bastante, puesto que éstos tienen un significado, en todo su conjunto, y no
otro. Leer requiere estudio, abrirse al mundo del autor y al tuyo propio.
Dice también que el educador debe ser un modelo de coherencia, debe
reconocer su posición enseñando la necesidad de defender tus propias ideas y
también de respetar las de los que tienes en frente.
Habla también de aquellos que se dicen seguir su pensamiento
(freirianos) recordando que Marx dijo de él mismo que no era marxista.
Reflexiona sobre el socialismo y el desencanto producido por la URSS, ante lo
que concluye que por mucho que digan que el socialismo no sirve pero la
realidad habla, el capitalismo es un desastre y que soñar, la utopía, forma
parte de nosotros, la no adaptación. Implica denuncia y anuncia, porque si no
caemos en el adoctrinamiento y no en la educación. Igual que se rescata el
marco de la URSS, en el sistema actual no es el capital lo que se rescata sino
el marco democrático (es gracias a él que podemos…). Para transformar el mundo
hace falta comprenderlo y se comprende viviendo y no sólo existiendo; no es a
priori, se construye en la historia.. Nos liberamos en tanto que nos percibimos
como seres humanos y ahí es donde entra la educación, como acto de conocimiento,
para lograr esa conciencia, que sea a la vez transformadora (no sólo 1, ambas,
o caemos en el idealismo). El mundo es dinámico y no mecanicista, es
dialéctico. La conciencia no es sólo el resultado de cambios de condiciones
materiales sino como factor de ellos. Si no tienes conciencia es por las
condiciones materiales, por lo que habrá que analizarlas. No se educa sólo una
dimensión sino todas, que están interrelacionadas requiere la participación de
todos y recuerda su paso por. El que exista diálogo no nos hace iguales, debe
estar basado en el respeto y dado que no somos iguales debemos reflexionar
sobre las relaciones que se establecen. La educación no es bancaria porque el
profesor exponga sino porque niega al individuo al convertirlo en un recipiente
que llenar. Hay que entender que el conocimiento no sólo consiste en un sujeto
conociendo un objeto, sino que para conocerlo necesita de los demás sujetos. Se
trataría de que al educando no se lo trague la máquina, como a Chaplin en
Tiempos modernos.
Recuerda también a algunos profesores de universidad que decían saber lo
que sus estudiantes debían saber, cosa que cayó cuando habló con estudiantes en
uno de sus viajes para dar charlas sobre el libro, discutir sobre él, etc. No
sólo fueron las charlas con otros lo que le permitió “escribir” sus ideas sino
que ya publicado el libro, que fue “absorbido” por el contexto, siguió
reflexionando con otros sobre él.
En esos viajes descubrió el tercer mundo en el primero (inmigrantes).
Como si lo que son de ese país fueran superiores a los que llegan. Habla del
cansancio existencial, que hace que ya sólo tengan esperanza en el otro país y
no en cambiar el de origen. Reflexiona sobre el miedo a perder lo poco que se
tiene, que nos anula, dice que antes de de luchar, o para ello, es necesario
convencerse de la fragilidad del otro, de su miedo.
En sus viajes también confirma sus ideas y sus experiencias en las de
otros, por ejemplo el caso del español en Alemania, que cuenta de su práctica:
el fracaso total de un curso que les lleva a hacer una encuesta antes para
conocerles y ya sí éxito, cuando les conocen, cuando entran en su juego. Al
partir de su mundo. Claro que educador tiene objetivos, metas, sueños pero no
todo se reduce a su verdad. Se trataría de que al educando no se lo trague la
máquina, como a Chaplin en tiempo moderno. Es importante, por ejemplo, que los
campesinos sepan que en la universidad se confirma lo que ellos saben, que
tienen algo que aportar a este mundo, es una tarea indispensable para que ganen
confianza en ellos mismos.
Aparece también un caso de un niño de infantil al que le rompen un
dibujo por no ser como tenía que ser o un texto en el que un niño, movido por
su curiosidad, descubre, eso sí, por sí mismo, que es mejor adaptarse y callar
y dejar la curiosidad para luego.
Habla de la necesaria unidad en la diversidad, de no creernos minorías
aisladas sino darnos cuenta de que SOMOS mayoría y de que sólo hay una minoría
que nos oprime, y también de que el cambio no es espontáneo sino que se
construye.
Recorre distintos momentos históricos vividos, la Revolución de los
claveles, Vietnam, Granada, Chile, Argentina, El Salvador, etc.
Reconoce haber recibido homenajes, lo destacable es que haya sido
reconocido tanto por intelectuales académicos y por intelectuales de campos y
fábricas.
Reflexiones personales acerca de la relación del libro con Pedagogía
Laboral
Además de la relevancia que tienen las ideas de Freire para quien se
dedique a la Educación, en relación a Pedagogía Laboral vemos una clara similitud
en la forma de abordar las salidas profesionales del pedagogo, en la que se
apuesta por una educación para transformar. También, el hecho de que los
contenidos tratados en clase intenten hacernos comprender la realidad que nos
rodea, de leer nuestro mundo, para así poder construir un pensamiento crítico y
una conciencia que nos permite actuar sobre él y cambiarlo. También, destacaría
que se reconozca a la persona, que se busque un mayor conocimiento de nosotros
mismos, casi inseparable del conocimiento de la realidad que nos rodea y de los
demás, y el hincapié hecho en “creernos que podemos” que tal vez tenga algo que
ver con esa liberación de la que nos habla Freire. Por último, terminar con esa
idea de la necesaria esperanza, de la utopía, de los sueños, de no acomodarnos,
de dar rienda a nuestra imaginación y nuestras iniciativas.
Llama la atención también el uso de ejemplo real, vividos, con los que
podemos entenderlo mejor y reconocer en ellos situaciones que vivimos ahora.
Por ejemplo, casi podríamos decir que hay un cansancio generalizado, que hace
que muchos sólo tengan la esperanza de conseguir cualquier empleo, para poder
pagar una vivienda (la hipoteca), sin cuestionarse qué hay detrás de todo eso y
qué puede hacer él, con otros, para cambiarlo.